Alonso de Carvajal. “Alzamiento de los Sangleyes del año 1639 y 1640.” Ca. 1640s.

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“Alzamiento de los Sangleyes del año 1639 y 1640” by an Alonso de Carvajal. Philippine Manuscripts II, Missiones, Legajo 1, Lilly Library, Indiana University Bloomington. The text in in a volume titled "Pertenece al aparador dentro de la pared del cajón número 4. Missiones. Legajo 2. Undated, but probably from 1640s.

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Alzamiento de los sangleyes el año de 1639 y 1640

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Padre nuestro quiera nuestro señor y la virgen de Caysasay [que] haya estado con la salud y gusto que todos sus verdaderos hijos deseamos, que ese es el consuelo que en tantos sobresaltos tenemos. Aunque nuestro padre [Medr.o] ha escrito [reverendo] padre nuestro sin avisarnos, y dado le cuenta por mayor del estado en que nos deseaban poner los sangleyes, lo haré yo con algunas particularidades. El domingo en la noche como a las ocho llegó un papel del mayordomo del maese de campo de Biñan que los sangleyes de Calamba se habían alzado, y muerto a [Arias de Mora], y que venían haciendo daño. Corrió voz habían muerto a Juan de [Herz.a] y a su mujer, y a la del mayordomo de [Minian]. Tocaron a arma. Juntaronse vecinos, y toda la milicia. No se presumio era la gente que venia tanta sino hasta quinientos que forzados de los malos tratamientos desesperados habían querido salir de la opresión. La confusión era grande, y el señor gobernador envió a [Martin de] Aduna con algunos de la compañía de a caballo, y que juntase por el camino de su gente de las estancias, y viendose con ellos los acometiese sin mucho riesgo. Con que el lunes día de la presentación fuimos a la misericodia, [y gobernador] y toda la ciudad con quietud, aunque las compañías de vecinos estaban en el Parián, y cuerpo de guardia. A la una del día corrió voz que salió de hacia Bagumbayan que los sangleyes venían entrando en Manila con que todos quedamos en confusión. Originóse esto de que venia un soldado de a caballo malherido y dijeron como fue verdad habían muerto a [Martin] de Aduna. Con esto la gente toda de Bagumbayan

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acudió a entrarse por la puerta grande, que como estaba cerrada, se juntaron afuera de todo género de gente tanta multitud, que abriéndoles la puerta se atropellaban. Y una negra decía: Españoles, ahí están los sangleyes, ya vienen entrando.” Estaba Don Jacinto de Balderrama y Don Pablo el de Doña Gerónima [de Talavera] acaso a caballo que comenzaron a correr y dar voces: “Arma, arma, españoles, que ya los sangleyes están dentro de Manila.” Aquí fue la confusión. Las mujeres salían desnudas, [los] de afuera a entrarse en Manila y [algunos] de Manila se iban hacia la fuerza, tocaron alarma, dispararon piezas para que en Cavite estuviesen advertidos y en los contornos de Manila. En casa fue el temor en algunos de manera que querían matar [a] los sangleyes del convento para asegurarse. Nuestro Padre Medr.o, el padre prior, y yo los detuvimos, y echaron se los sangleyes en nuestra cárcel, que estaban con más miedo que los españoles. Acudimos a las puertas del convento. Yo fui a la trasera, y el portero me dijo: “Padre, por esta calle van ya marchando los sangleyes en todo el convento.” No había más arma que una espada, y enviamos casa de amigos a buscar lanzas y armas. Estuvimos nos los más en la portería por si fuésemos necesarios. Todo era confusión en la ciudad y casas descubrir los vecinos y acudir a caballo, salió el [oydev muibuiose] con un alcalde acudió a la puerta de Bagumbayan. Hicieron [que] entrase la gente, que era lástima ver [a] los indios e indias con su hatillo a cuestas. Nuestro Padre Medr.o despachó a Fray Vicente luego a Tondo a que sacase su escritorio y ropa de él y lo trajese. Estaban las puertas cerradas y con orden que nadie saliese pero que entrasen todos, de manera que fue a pedir licencia al gobernador, dando por título [que] iba a que pusiesen el Santísimo y sacristía en cobro, y él le dio cuatro soldados que le acompañasen en esto. Llegó el Padre Villamayor de la compañía que estaba allá, junto a [Minian] en San Pedro, que dijo: “Había llegado Aduna allí con la gente, y se había encontrado con los sangleyes que venían marchando.” Él me dijo [que] serían más de tres mil y que él iba con Aduna, que encontrando con la primera tropa, que sería de doscientos, los acometió con brío y desbarató y mató más de ciento. Y viendo este buen suceso, quiso continuarle contra los demás

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y que él le disuadió. Viendo la multitud y los pocos nuestros, que no serían treinta y que no tenía orden, él dijo: “Ea, españoles, logremos el buen día.” Y empeñó se [había embarcando atollo] en caballo y allí le mataron [y a] dichos tres, e hicieron dos, con que el padre hizo [acto] en escaparse y venir a dar nueva. Juntaron consejo de guerra, y dicen [que] había en palacio brava confusión. Previnieron los soldados de Tondo, iba Ermita y Malate, y de la bóveda de la compañía llevaban plomo para balas a pieza. A las cinco de la tarde salió el sargento mayor Don Juan de Arceo con tres piezas de campaña, más de ciento y cincuenta españoles de las compañías de Domingo Ruiz, Don Martín de Ocáriz, dos capitanes bagos y más de otros tantos pampangos con armas de fuego, doscientos tagalos piqueros y algunos joloes y japones. Iban le acompañando el señor gobernador y maese de campo a caballo, iba Don Rodrigo de Guillestigui, Mena, Balderrama y algunos soldados viejos aventureros. Decían [que] iban a San Pedro de [Minian] pero no fue así. Llegaron a Pasay a donde hicieron noche aguardándolos para el amanecer por ser el camino forzoso. Acá hubo prevención. El parián estaba quieto. No quiso el gobernador entrar por las calles de él, ni que nadie entrase. Estuvieron en la calzada el gobernador, la compañía de Don Pedro Jara, que él estaba en la huerta y llegó a las oraciones, y Enríquez con gente debajo de la horca. Y él y el vicario visitaban el parián, que todos estaban quietos y temerosos. A las cinco de la tarde se supo [que] habían pasado por nuestra estancia y la quemaron, y veíamos fuegos en San Pedro, junto a Guadalupe que la Virgen defendía. Había despachado yo aviso al [pelovos] por la mañana con embarcación de lo que pasaba hasta entonces, y que estuviese con cuidado, y en caso consumiese el Santísimo y tuviese prevenida embarcación, y cogiese la Virgen y la plata y se bajase, pues el río estaba seguro, antes que llegase mi carta el lunes tuvo nueva consumió el señor y por la tarde con los criados porque toda la gente sino es cuatro

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